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Essonne lanza una campaña de donaciones para salvar por fin el histórico castillo de Chamarande.

Persona sentada en un banco frente a un castillo antiguo, con turistas y un cochecito cerca, en un día soleado.

Los tejados se deterioran, la humedad avanza, las grietas se abren como antiguas arrugas. Un patrimonio vivo, adorado por los paseantes, tambalea. La idea es simple: movilizar de forma amplia y rápida, para que la próxima temporada no deteriore aún más este lugar donde se viene a pasear, aprender, recordar.

Un domingo, el césped de la finca cruje bajo los pasos, unos niños corren con un balón que atrapa la luz. En el castillo, una lona tensa bajo un techo rezuma en silencio, un cubo colocado en la sombra recoge un goteo obstinado. Uno se sorprende susurrando en la escalera, como si la piedra pudiera escucharnos. Fuera, una pareja hojea en su móvil las fotos de boda tomadas aquí hace veinte años y comparan los colores. El vigilante señala con el dedo una esquina de la cornisa que se desmorona. Mañana, quizá sea demasiado tarde.

Un castillo querido, una alerta que suena fuerte

Lo primero que llama la atención es el contraste. El parque respira, abierto de par en par, mientras que la casa histórica contiene la respiración. En Chamarande, todo habla de memoria y de uso: los talleres, las exposiciones, los pícnics a escasos pasos de los parterres. Cuando el Departamento lanza un llamamiento a las donaciones, no apela a la nostalgia, se dirige a quienes han hecho de este lugar una cita habitual.

Escena observada cerca de la orangerie: un carrito, un termo y una abuela que cuenta «cuando veníamos aquí en autocar con el colegio». Un billete de cinco euros, introducido en una urna provisional en el puesto de mediación, provoca una pequeña conversación. Todos hemos vivido ese momento en el que pensamos que un pequeño gesto no cambiará gran cosa. Entonces, la guía muestra la huella de una filtración, muy fina pero bien real, y dos adolescentes preguntan si «¿se puede venir abajo?». La seriedad cae de golpe, como una nube que tapa el sol.

¿Por qué ahora? La inflación encarece la piedra, la madera, los andamios. Los episodios de lluvias intensas ponen a prueba ensamblajes pensados para otro clima. Los presupuestos públicos se tensan, y la restauración patrimonial exige un tiempo dilatado, minucioso, certificado. La llamada abre una vía complementaria y clara: unir el esfuerzo con los habitantes, los visitantes, los enamorados del lugar, para señalar las urgencias e iniciar la obra sin tener que esperar calendarios eternos.

Donar sin equivocarse, actuar a nuestro alcance

El método más sencillo consta de tres pasos. Acceder a la página oficial del Departamento de Essonne o a la recogida de fondos señalada en el lugar, comprobar el candado https y la dirección del dominio, y luego elegir la cantidad. Se puede programar una microdonación regular, discreta pero constante, o dar un empujón puntual. En la finca, algunos códigos QR cerca de los puntos de bienvenida enlazan con la página correcta, para donar desde un banco, con el móvil en la mano.

Un consejo frecuente: reflexionar sobre el impacto que queremos apoyar. Tejados, albañilería, mediación, cada euro puede asignarse a una partida si la herramienta lo permite, y el recibo fiscal llega después por correo electrónico. En Francia, la donación a obras de interés general da derecho a una deducción fiscal de hasta el 66 % para personas físicas, en los límites legales vigentes. Seamos honestos: nadie hace esto todos los días. Así que guardamos el recibo en una carpeta, anotamos la fecha, y nos citamos mentalmente en un año para retomar el hilo.

Y si no podemos donar dinero, aún podemos contribuir. Compartir la campaña con dos o tres personas cercanas, acudir a las visitas que muestran las obras, ofrecer una mañana de voluntariado en una jornada organizada. El patrimonio vivo necesita manos, voces, miradas atentas.

«Un castillo no es un decorado. Es una casa común que se cuida, piedra a piedra, gesto a gesto.»
  • Donación puntual desde 5 € a través del enlace oficial
  • Microdonación mensual simbólica (de 1 a 10 €)
  • Difundir la campaña en redes y entre los grupos locales
  • Participar en una visita “de obra” para entender el desafío
  • Suscribirse a la newsletter de la finca para seguir la evolución

Lo que esta campaña de donaciones dice de nosotros

Una llamada a las donaciones no es solo un termómetro financiero. Mide una atención colectiva, una manera de decir que valoramos lo que nos une. En Chamarande, no es una fortaleza lejana: es un lugar de domingos ordinarios, un terreno de juego cultural, un escenario de primeras veces. Si las contribuciones llegan, dibujan un mapa emocional del territorio, hecho de nombres, recuerdos, pequeñas sumas tan nobles como los grandes cheques. Y si se demoran, plantean una pregunta sin agresividad: ¿qué queremos preservar, concretamente, en nuestras vidas apresuradas? Aquí, la piedra nos necesita. Y nosotros, necesitamos lugares a los que volver.

Punto claveDetalleInterés para el lector
Urgencia de las obrasFiltraciones, tejados y elementos de fachada debilitadosComprender por qué actuar ahora lo cambia todo
Transparencia de las donacionesPágina oficial, recibo fiscal, se puede asignar por partidasDonar con confianza y seguir el impacto
Gestos accesiblesMicrodonación, difusión, voluntariado puntual, visitas de obraContribuir a tu nivel, sin complicarte la vida

FAQ:

  • ¿Cuál es el enlace correcto para donar? El más seguro es a través de la web del Departamento de Essonne y los códigos QR expuestos en la finca, que remiten a la página dedicada a Chamarande.
  • ¿Mi donación es deducible en la declaración de la renta? Sí, según la normativa vigente para donaciones de interés general, con recibo enviado tras el pago.
  • ¿A qué se destinará concretamente el dinero? A urgencias de conservación (tejados, albañilería, impermeabilización) y a acciones de protección a largo plazo del lugar, según prioridades aprobadas.
  • No dispongo de muchos recursos, ¿merece la pena? Sí. Diez euros aportados por cientos de personas marcan la diferencia, y compartir información también suma.
  • ¿Cuándo veremos los primeros efectos? Las primeras acciones de seguridad pueden ser rápidas y las obras se reparten después a lo largo del tiempo, con puntos de situación informados.

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